Baúl de la memoria VOLVER

Calle 9 de Julio, sólo para entendidos

Como sé que no soy el único al que le gusta contemplar el Tandil del pasado -sin nostalgia, sin regodeo por el ayer, sin formular ni creer en el aforismo de que todo tiempo pasado fue mejor, sólo por la belleza que inspiran ciertas imágenes-, hoy comparto con los lectores una fotografía a la que le sobran todas las palabras.

Pero, vaya el pequeño detalle, como este sitio web está hecho de historias y las historias se tejen con palabras, no está de más, supongo, darle unos párrafos a la imagen genial del pequeño paraíso serrano, en aquellos años en que la ciudad no tendría más de 50 mil almas. Se recomienda cliquear sobre la fotografía que acompaña este artículo para apreciarla con mayor detalle. A ojo nomás podemos inferir que la imagen data de la década del 50, o por ahí. El modelo de los autos y hasta la identidad de algunas edificaciones y comercios nos acercan a esta fecha estimada.

Lo interesante es la calle: 9 de Julio, hoy en plena ebullición con el modernísimo centro comercial que se está formando sobre el vértice de San Martín. Pero la persona que tomó esta fotografía, ¿dónde estaba parada al momento de pulsar el obturador? Todo indica que en la esquina de Sarmiento. A la derecha se observa claramente la línea municipal y el cordón "doblando", pero a la izquierda aparece algo inesperado: la calle Sarmiento choca contra un inmueble. De modo que ahí tenemos un problema sin resolver, al que sólo los muy memoriosos podrán dilucidar.

El paisaje urbano, además, revela que el centro siempre fue la misma locura en el tránsito. Hay un automóvil presuntamente detenido sobre el cordón de la vereda; no parece estacionado, pero tal vez ni siquiera esté parado sino que venga en marcha, más rezagado que el resto, en una doble mano vehicular. Si fuera así, la conclusión es obvia y asombrosa: en los años cincuenta sobre 9 de Julio no se estacionaba.

Muchos de los comercios son emblemáticos en la memoria popular: desde la librería e imprenta La Minerva, la Farmacia Dinamarca, la Tienda La Favorita, el Bazar Americano que se observa más al fondo (de la familia Cincuegrani, hoy Tienda de Azafranes), y algunos carteles que no pueden ser descifrados. Hay otros comercios que parecen tragados por la historia, como la bombonería La Porteña y Helado Rings, que evidentemente no han sobrevivido a la época, es decir que no pudieron convertirse en un clásico del microcentro.

La Galería 9 de Julio en construcción marca un fervor de antaño y una maldición para siempre: durante mediados del siglo XX hasta su final se creía en el proyecto de las galerías, en su destino de prosperidad comercial; el tiempo demostró que casi todas las galerías nacieron para el infortunio, incluida la que llevaba una carga glamorosa cuando se inauguró, en 1981, a cargo del empresario Santiago Selvetti y que estuvo a punto de llevarlo a la ruina: la Galería de los Puentes y su dinosaurio de hierro: la escalera mecánica, ya extinta tras sus efímeras dos vidas.

La foto que comparto con los lectores no lleva al crédito porque desconozco quién la sacó. Era un momento de la ciudad donde no cualquier vecino tenía una cámara de fotos, de modo que lo más probable (hay una huella inteligible al pie de la fotografía) es que la haya tomado un fotógrafo socialero, de los muchos y buenos que tuvo Tandil en el siglo pasado.

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