Martín Rodríguez y su caballo parecen devorados por la inmensidad del cerro. En los tiempos de Fugl, el cerro del actual Parque Independencia era conocido como Cerro de los Portugueses. Para el centenario de la ciudad, en 1923, ya había cambiado de denominación pero aún conservaba ese paisaje árido, prácticamente sin forestar.

En la cumbre del Parque había lo que se observa a la derecha de la foto: una suerte de galpón rectangular que oficiaba de confitería. Naturalmente todavía el camino era de tierra, los pilotes no tenían cadenas y había sido toda una odisea -lo llevaron desarmado, en partes y en carreta- subir el monumento al fundador de la ciudad que concibió escultor Arturo Fresco.

La fotografía de Pierroni -colección del amigo Topo Betelú- resulta un hallazgo no solo documental, pues documenta el Parque Independencia en estado virginal, sino metafísico: el brigadier Martín Rodríguez está más solo que nunca. Más solo, tal vez, que cuando después de fundar Tandil se enemistó -por tener una política distinta para el trato con los aborígenes- con Juan Manuel de Rosas y terminó su vida en el penoso exilio uruguayo. Dresco, el escultor que las autoridades del centenario contrataron para que hiciera la escultura, no olvidaría jamás aquel 4 de abril de 1923: en medio de los festejos por el centenario y a la hora en que se retiró el lienzo que cubría el monumento, no faltó el desubicado que confundió a Rodríguez con San Martín.

Fotografía: gentileza colección privada de José Luis Betelú.