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Son casi 6 kilómetros del nuevo circuito saludable y buena
parte de ellos se caminan "rozando" a las Ánimas, prácticamente desde
su falda. No sólo es un sendero bello, también es mágico: tiene una vista
inédita del Camino Encantado (se lo puede observar desde la altura) y hasta la
posibilidad, si uno es detallista, de descifrar su misterio, cosa que les
encanta a los refutadores de leyendas. Es decir que el sendero tiene una
leyenda, la de las Ánimas, dentro de otra, la del camino hechizado donde los
autos andan solos.
También es un sendero pedagógico: sirve para observar crudamente el asesinato de nuestras sierras a manos de la cantera Carba, y para agradecer la Ley del Paisaje Protegido que frenó la devastación. Los terribles cráteres que aparecen en primer plano dan cuenta del pavoroso licticidio. También la historia se replica, fantasmalmente, durante la caminata: hay restos herrumbrados de otras canteras satélites de Carba, como fueron Los Naranjos e Interlend.
Andando desde el primer instante debemos lamentar una ausencia imperdonable: las vías que desde la estación del ferrocarril cruzaban el pueblo (estuvieron hasta fines de los 70) para que el tren llegara hasta el vientre de la cantera. Si esas vías aún existieran, una locomotora y dos vagones de madera en torno al circuito de las Ánimas favorecerían el goce de un recorrido histórico, cultural y paisajístico impresionante tanto para turistas como para vecinos. Hay un gran desafío por delante: no permitir que al sendero de casi 6 kilómetros en pleno cerro lo recorran autos, ni bicicletas, ni motos. Y un gran placer a cielo abierto: conocer un poco más de la ciudad que tenemos en formidable paisaje y disfrutar, en tiempos de pandemia, de la naturaleza viva durante una hora de marcha.
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