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Juanca Pugliese: Un año y una historia

Se cumplió el primer aniversario de la muerte de Juan Carlos Pugliese (Juanca, Juancarlitos), y recuerdo que la última vez que lo "entrevisté" fue en el cruce de un supermercado. Quería conocer de su mano, para el libro de Dipi en el que estaba trabajando, cierta polémica breve que mantuvo con el escritor, cuando fue rector de la Universidad, y que pronto quedó saldada.

Pugliese me envió un audio muy detallado (y también autocrítico) de lo que había pasado con Di Paola, y aquel encuentro entre las góndolas de Monarca fue la última vez que lo vi. Diez años antes yo había escrito para otro libro el tenso episodio que Pugliese protagonizó a la salida de la recuperada democracia y es la historia con que prefiero recordarlo en este día.


ÉTICA, EJÉRCITO Y CHACRA.

Un momento incómodo para todos los presentes de aquel almuerzo en la Primera Brigada Blindada habrá de tomar estado público por lo infrecuente del acontecimiento. En 1984, con la democracia recién empezando a caminar, el ejército organizó un almuerzo de camaradería entre los distintos referentes políticos de las instituciones de la ciudad. Consolidar las relaciones de la fuerza con la sociedad civil era uno de los motivos políticos del foro. Concurrieron el intendente Américo Reynoso, su secretario de gobierno Zeballos; el presidente del Concejo Deliberante, Victorino Pugliese y representantes del legislativo como Juan Mario Pedersoli, Pedro Fuentes y Roberto Mouillerón. Pero a la mesa, sorpresivamente, intentó sentarse un civil sin cargo alguno. Se trataba del gerente de una entidad bancaria (Emilio Méndez), quien había ganado una añeja "celebridad" en el ámbito político por su colaboracionismo con la dictadura militar al ceder la quinta de su propiedad donde se produjeron secuestros, torturas y desaparición de personas.

Juan Carlos Pugliese (h), que llegó al almuerzo en representación de la Universidad Nacional del Centro, de la que era rector, tomó la palabra y se dirigió directamente al general Medone.

-General, ¿cuál es la razón para que este señor comparta la mesa con nosotros? -preguntó clavando la mirada en un sorprendido gerente.

-Es un amigo de la fuerza... -balbuceó, incómodo, Medone.

-Mire general, yo puedo compartir un asado con cualquier vecino, pero estoy aquí en representación de una Universidad pública, y de ninguna manera voy a seguir sentado en la misma mesa con un colaboracionista de la dictadura militar.

Dicho esto, Pugliese se puso de pie. El militar, apenas se recuperó de la estocada ética del rector, miró al invitado indeseable y éste supo que debía retirarse. Y, en efecto, así ocurrió.

Fotografía: crédito El Eco de Tandil.

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