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Un Papa Noel en el laberinto de PAMI

Presencia infaltable de las últimas navidades desde 1978 hasta ayer nomás, Raúl Onorado, a los ochenta años, herido en un ala, entró en el sinuoso laberinto de la burocracia estatal. Un delicado y costoso estudio ordenado por su médico pero que ha sido ralentizado hasta la exasperación por el PAMI local, a tal punto que la familia debió interponer un recurso de amparo para hacer prosperar el estudio. La cuestión todavía sigue en veremos

¿Quién no conoce al Papa Noel lugareño? La paradoja, si se quiere, es que Onorado sea un Papa Noel peronista, de toda la vida, al que un PAMI también peronista lo tiene contra la pared, a él y a su familia, en la dilación de un estudio que ciertamente es caro, pero que forma parte de un tratamiento ordenado por su especialista. Si la muy perversa ecuación diagnóstico-más precio-más proyección de vida, es la que parece manejar la administración del PAMI para trabar el estudio (que no se hace en nuestra ciudad), entonces estamos ante un problema de índole moral. Sencillamente, a un adulto mayor, como se le llama a alguien que llegó a los 80 años, se le está negando un derecho.

Onorado está casado con Isabel Cintas Camacho y ambos viven en la casa que construyeron en Villa Italia. Su historia no sólo tiene que ver con la figura de Papá Noel; es un hombre que ha estado comprometido con su comunidad, aunque el punto de origen de su mayor visibilidad pública se remonte al 78, cuando en el barrio Falucho donde vivía uno de sus hermanos apareció la idea de que alguno debía disfrazarse de Papa Noel para sorprender a los niños de la familia. Raúl fue elegido porque era el más alto, su primer traje se lo confeccionó su hermana y la barba la hizo de cáñamo, una especie de hilo sisal, que modificó al año siguiente realizándola con cuero de oveja. Eso bastó para que comenzaran a juntarse los chicos del barrio en la puerta de la casa. Dos o tres años después creó un trineo tirado por caballos que les pedía prestado a algunos cirujas de la ciudad.

En los 80 inventó a los Reyes Magos. Poca gente sabe que las capas de los reyes iban en préstamo del sacerdote Bareta, del Hogar de Ancianos: eran las capas que usaban para las ceremonias religiosas, pero los primeros trajes fueron muy precarios. Tiempo después pagó de su bolsillo las sandalias franciscanas para que los tres reyes se pasearan iguales por la ciudad; además forjó él mismo las coronas, anillos y turbantes. Por el 87 su peregrinaje de Papa Noel fue al volante de un Falcón. Lo dejaba sobre calle Rodríguez entre España y Mitre y hacía todo su recorrido caminando. Algunas empresas colaboraron con él (el recordado Julio César Díaz, Martínez Escalada, El Escocés, etc.). Le donaban caramelos, combustible y juguetes con que se armaban las bolsas para que los reyes repartieran por la noche en las casas de los barrios periféricos. En un Tandil profundo en penumbras le puso luces y música a una camioneta que le prestaron, con un grupo electrógeno, para que los chicos reconocieran que ahí llegaba Papa Noel, para que la Navidad fuera un poco más Navidad en los barrios más empobrecidos. A la caja la decoró con pinos naturales y le sumó los renos de hierro que fabricó él mismo y la estrella en el caso de los reyes.

El resto lo sabemos todos: en los últimos años se dejó la barba natural y usó lentes de contacto de color, hasta que la edad empezó a pasarle factura, como a todos, y para colmo una enfermedad lo golpeó feo, justo en la frontera de los 80. Ahí, entonces, comenzó su calvario y el errabundeo de sus hijas por el pantano vidrioso de la máquina de impedir, la burocracia estatal, el desconocimiento, para no hablar de ineptitud o de mala fe. Un estudio que le recetó su médico detonó una verdadera batalla entre Onorado (o mejor dicho sus hijas) y el PAMI local, que tiene a su cargo el abogado Facundo Llano. De cara a los innumerables trámites y contra trámites que les presentó el organismo, la familia debió interponer un recurso de amparo frente al juez Martín Bava, el cual le ordenó a PAMI que de curso a lo solicitado. Aun así pasa el tiempo y el estudio no se realiza. Uno no quiere pensar mal, pero un gobierno que se jacta de devolver los derechos básicos a los ciudadanos, no debería actuar en contrario, aunque el estudio (una eco-endoscopía) le salga al Estado una pequeña fortuna y el paciente tenga 80 años para una patología severa y de difícil resolución. No es así la cosa, muchachos. Y no se trata del Papa Noel peronista, cosa que además le agrega un rasgo de ironía cruel e inmerecida. Se trata de lo que el Estado, en este caso PAMI, debe hacer, le corresponde hacer, a tal punto que ya in extremis se los haya ordenado la Justicia. Es lo que el Papá Noel de los chicos pobres, ya viejo y enfermo, está esperando mientras los días pasan.

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