Baúl de la memoria VOLVER

Todo es Historia: el disc-jockey.

Personaje arquetípico de la noche lugareña, nacido en la década del '60 al amparo de la am-plificación y de su autonomía económica frente a las orquestas que amenizaban los bailes, el disc-jockey en Tandil registra como pionero al excelso Fernando Maracho, prócer del rubro en la Grisby de Sicilia, por cuya consola pasó otro DJ extraordinario: el siempre recordado Negro Ricardo Ríos.

En ese nivel superlativo fulguraron Martín Compás, Martín Olaechea y Guillermo (Cura) Anderson, el disc-jockey por antonomasia del inolvidable Circulares. En otros reductos de la época como Bracco, Scandall (ex Acaro), Casablanca, Santa Bárbara o Isidoro C brillaban Maisa Loredo, Guillermo Di Giorgio, Darío Furlanis, Néstor Sandoval y Marcelo Funaro, entre otros.

El disc-jockey admitía dos variantes: el fijo, como los nombrados, y el ambulante que trabaja en fiestas y eventos. En este caso el indubitable precursor es Claudio Crespi, y en esa línea seguirán sus pasos Stany, Claudio Gatti, Mamita Martínez y Turi Zangari.

En cuanto a la música de los boliches de los años setenta, básicamente se dividía en dos grandes grupos: rock internacional y rock nacional. Creedence, Beatles, Ro-llings, Led Zeppelin, Pink Floyd, Steppenwolf, Bay City Rollers, para el primero; Vox Dei, Aquelarre, Sui Generis, León Gieco, Los Gatos, Alma y Vida, Pappo's Blues, etc, para el segundo. Sobre el fin de la década comenzó a entrar con toda su fuerza y empuje la música disco, con Donna Summer, Barry White, Bee Gees y decenas de grupos de la misma sintonía.

Tal como lo recuerda Guillermo Anderson, en esa época "el disc-jockey trabajaba sentado, no hablaba como ahora y al principio de la noche, mientras iba llegando la gente, se ponían los discos enganchados de Pato C, los Exclusively for Disc-Jockeys, etc. La música era casi siempre movida en ese momento de la noche, pero no demasiado. Cuando ya se había logrado el nivel de gente medianamente esperado, se ponía el tema rompepistas y todo el mundo a bailar. Los temas más rompepistas fueron el de Fiebre de Sábado por la Noche, Rockollection, los de Creedence, Cumpleaños de Beatles, los de Gary Glitter, etc. Se tenía a la audiencia bailando un par de horas en el movido y en una de esas se prendía la luz negra, señal inequívoca de que venían los lentos. La luz negra era particularmente odiada por las mujeres por dos motivos: porque si estaban en el medio de la pista, no les daba tiempo a escapar y se las apretaban en el lento (después se pusieron cancheras y cuando veían la luz negra no bien se prendía, se rajaban).

"El otro motivo del odio femenino -supo evocar Guillermo- hacia esa molesta luz violeta era que les trasparentaba la ropa interior clara, sobre todo en verano, cuando usaban pantalones o remeras de trama más abierta. ¡He visto a más de una mina pasarse todo el lento escondida en los baños! La transición de movidos a lentos no era como en la década de los 80 de forma brusca, repentina.... No, nada que ver.... Había que aguantarse esos temas que no eran ni lentos ni movidos, medio ritmo, tipo Fly Robin Fly de Silver Convention, que además de su monótono ritmo te re-embolaban con su monótona letra.... Pero si la mina no se te escapaba ahí tenías el premio de apretar un poco (un poco, nada mas) con los lentos".

El mito de que el disc-jockey se perdía lo mejor de la fiesta porque era, naturalmente, el que no podía bailar es, claro está, un mito. Aunque por caballerosidad de varón ningún DJ lo diga, el que estaba en la cabina corría con ventaja a la hora de mover el amperímetro entre las damas. El disc-jockey, si cabe la analogía, fue a las discotecas lo que el músico amateur a las guitarreadas, tópico ya extinguido en el que deberemos abrevar alguna vez.

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