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Todo es Historia: Del primer duelo a pistola al tango "Rencor"

Me detengo en un par de páginas del libro Historia del Periodismo de Tandil, escrito a cuatro manos por José P. Barrientos y Daniel E. Pérez. Allí se cifra el primer duelo a pistola ocurrido en la ciudad entre hombres dedicados al ejercicio de la prensa. En el año 1883 apareció un matutino denominado El Presente que se imprimía los miércoles, viernes y domingos. Sus directores eran los señores Norberto Casco y Francisco García. El periódico era contemporáneo de El Eco de Tandil, que estaba dirigido por los señores Jaca y L. Carpy.

Con el primer número de El Presente se suscitó una áspera controversia entre ambos, desatando agudas críticas cruzadas. La polémica fue creciendo en intensidad al punto de que El Eco previno a sus lectores "sobre el daño a que se exponen si leen "El Presente", por la ponzoña que destila la pluma del redactor en Jefe". La respuesta fue que: "por su moral, el Sr. Jaca es indigno de figurar al frente de una publicación". La reacción de Jaca, considerándose agraviado, le planteó al director de El Presente una cuestión caballeresca. Los padrinos de Jaca, Eduardo Arana y Juan B. Echeverría entrevistaron a Francisco García, que rechazó la retractación exigida por Jaca y designó a Eduardo Erausquin y a Ramón Vázquez Brac, como sus representantes.

Luego se redactó el acta correspondiente y se estableció que el duelo se efectuaría en la madrugada del 30 de noviembre de 1883, frente al Molino Viejo, en la chacra del Sr. Puente. Las armas, a falta de las típicas de duelo, fueron pistolas "Lafoucheux", con tres disparos por duelista y a una distancia de veinte pasos. Luego de intercambiarse dos tiros por parte de cada duelista, al entregar las armas para ser recargadas, se consultaron los padrinos y dieron por terminado el duelo, "al haber cumplido ambos dignamente como caballeros". Invitados a reconciliarse, el Sr. Jaca se negó terminantemente. Este fue el primer lance conocido, justamente entre dos periodistas, en nuestra ciudad.

La saga entre hombres de la prensa continuó -ya no como duelo sino en versión asesinato- en 1904, con un episodio truculento que conmovió el ánimo de los vecinos, a tal punto que fue la suspensión por años de un género periodístico basado en litografías y caricaturas satíricas. La tragedia se desató por algo tan ínfimo como una caricatura y no tan ínfimo como lo que la simbología de una cornamenta representaba (y aún representa) para el honor masculino. El cornudo revelado. El hecho de violencia tuvo como disparador al periódico satírico El Murciélago. En su edición del 24 de julio de 1904, su editor responsable Alejandro Setzes publicó la caricatura de Antonio G. del Valle (de quien se mofó bautizándolo como Antonio del Baile), un político reputado por su carácter áspero. La caricatura era mucho más que ese rasgo exagerado de una cara: era el genuino rostro del sujeto, pero con una enorme cornamenta incrustada en su sombrero pajizo. El editor y dibujante de El Murciélago era reconocido por su filiación radical. Y fue asesinado a balazos al día siguiente por el señor de los cuernos.

Muchos años después, en la década del 90, un recordado médico anestesista, el Dr. Dardo Lozano, retó a duelo al entonces intendente Julio Zanatelli. El profesional había sido echado del Hospital público por el teniente coronel y la invitación a batirse a duelo fue realmente en serio, pero Zanatelli la desestimó con una frase que también supo usar con su mentor intelectual, el suboficial Rubén Madarieta, en ocasión de un disgusto entre amigos: "Díganle a Lozano que se vaya a cantar el tango rencor", sentenció. Y ahí nomás se terminó la cuestión.

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