Baúl de la memoria VOLVER

Todo es Historia: La primera pelota de fútbol

En el Tandil de las décadas del 20 y 30 las veredas eran estrechas, los barrios no existían y hacía menos de una década que los vecinos habían visto por primera vez, como una redonda epifanía picando entre el cielo y la tierra, la inédita belleza de una pelota de fútbol volando por el aire. El balón era de goma y la escena había ocurrido en un potrero cercano al Cementerio Viejo. Llegar hasta ese momento implica tocar el punto fundacional donde empieza la historia del Club Independiente y de casi todos los clubes de la época. El descubrimiento de esa pelota y el juego que se juega con ella, servirá como disparador de una de las cosmovisiones de mayor fortaleza social y pertenencia afectiva: el nacimiento del club.

El recuerdo de la entrada al país de la primera pelota de fútbol, tal como lo evoca el periodista Octavio Alfaro en su libro Del potrero al pizarrón, data de 1867. Fue traída por un grupo de marineros de barcos mercantes ingleses. Sería "el primer atisbo de la gente joven que comenzó a volcarse a esta práctica deportiva que alcanzaría una magnitud insospechada". Treinta y cinco años después de ese día, el redondo prodigio que habían inventado los ingleses llegó a Tandil. ¿Quién lo trajo? Un joven tandilense llamado Juan Teófilo Henault, quien había nacido en 1888, había estudiado en el Colegio San José de la ciudad de Buenos Aires y desde su juventud había jugado en los torneos internos de fútbol reservado para menores de 16 años.

Henault volvió a la ciudad un verano de 1902 con un secreto en la valija para sorprender a sus amigos: una pelota de cuero. Desde ese momento su apellido quedará más ligado a la memoria histórica del fútbol que a la actividad de su familia, la cual manejaba una fábrica embotelladora de cerveza instalada en calle 14 de Julio entre Pinto y San Martín.

Si bien se presume que, en efecto, la pelota que trajo Henault fue el primer balón de naturaleza profesional con que se jugó al fútbol en Tandil, otras fuentes refieren que alrededor de 1905 un precursor de la práctica del balompié local llamado Juan Peré, en apariencia "inspirado en presenciar en Buenos Aires al glorioso Alumni trae una pelota de goma y forma uno de los primeros equipos, 'Los Artesanos', con amigos y obreros de la herrería de su padre".

Lo cierto es que Henault reunió a sus amigos y les enseñó las reglas básicas del juego. Fue, siguiendo a Alfaro, durante las Romerías de la Sociedad Española de Socorros Mutuos que se realizaban todos los años en lo que hoy es la Plaza 25 de Mayo, durante tres días a partir del 24 de diciembre, como un atractivo más de las fiestas que las colectividades de inmigrantes, especialmente la española, realizaban en la ciudad con el fin de compartir sus rituales y tradiciones. De ese momento, navidad de 1902, data el primer "picado" de fútbol celebrado en la serranía, aunque se impone también aclarar que de inmediato y a juzgar por ciertas críticas vecinales los entusiastas muchachos debieron buscar otro lugar donde seguir jugando a la pelota. Lo encontraron en los bajos del Cementerio Viejo, que en Catastro Municipal figuraba como "el gran baldío del sudoeste" y que comprendía la bajada del Parque Independencia, entre Rondeau y 14 de Julio. La elección de ese sitio para la práctica del fútbol dio origen al nacimiento de una cancha de fútbol, la cual habría de llevar el nombre de Misión de la Cruz. La resonancia religiosa hay que buscarla en que un 7 de marzo de 1896, al concluir una santa misión presidida por el arzobispo de Buenos Aires Uladislao Castellano, a la altura de la calle 14 de Julio entre Constitución y 25 de Mayo, se colocó una gran cruz como testimonio de fe. El posterior campo de juego, que en verdad era un potrero mal demarcado, se ganó el mote vecinal de cancha "De la Cruz". En los tramos finales de su vida, Henault, recorriendo archivos y crónicas de la época, evocó ante el periodista Alfaro su versión bautismal del fútbol tandilense:

"Llevábamos una pelota de cuero cerrada con tiento, encaminándonos rumbo al baldío existente en lo que ocupara el Hotel California (actual Hotel Hermitage), en Rondeau y Avellaneda, tomando parte de la actual Plaza Moreno (...) Se agrupaban entre otros Ángel Speroni, Eduardo Fidanza, Perico y Marcelo Chuburu, Manolo y Miguel Suárez García, León Ivos, Agustín Vannoni, Hermenegildo Saraví, Domingo Camino y otros (...) No había reglamento, corríamos detrás de la pelota y buscábamos el arco, pero sin organizarnos en el ataque y defensa (...) Paulatinamente se iban congregando familias y hasta llegaban damas en carruajes, transformándose el lugar en un recreo dominical".

En la línea de ese relato hay que decir que los partidos, por llamarlos así, se jugaban los domingos; los arcos, para que nadie se los robara, eran guardados en la casa de don Pascual Cucci, quien vivía en Constitución 281. El periodista Alfaro, adentrándose en los orígenes del fútbol tandilense, también entrevistó a Juan Enrique Peré, quien en 1906 y por razones comerciales de la herrería de carruajes de su padre, debía viajar a menudo a Buenos Aires para realizar compras. Deslumbrado por el fútbol y su fuerte ascendencia social y popular, Peré evocó en 1953: "La primera necesidad era contar con un balón. En otro viaje que realicé a Buenos Aires fui obsesionado con la idea de comprar el elemento que es la esencia del juego y entonces acerté a entrar a la casa Mc Hardy que estaba en la calle Esmeralda y adquirí una pelota grande de goma, y con ella solucionaba en gran parte las dificultades (...) El primer equipo se formó entre los obreros y aprendices de la herrería. Lo denominamos 'Artesanos' y nos distinguíamos con una camisa roja. Corríamos detrás de la pelota y nada más. No conocíamos a fondo el reglamento. Lo importante era que la juventud empezó a interesarse. Nos veían jugar en la quinta de Eguileta, la que estaba por Avenida Vargas (actualmente Buzón), entre Avellaneda y 25 de Mayo".

Así, en los albores del siglo XX, el fútbol había nacido en Tandil. Lo que empezará a suceder de allí en adelante, y que resultará la savia de este libro, será el nacimiento de los clubes, inspirados en ese vuelo mágico e irreverente de la pelota.

Fuente: Cien años del Mundo Rojinegro, Elías El Hage. Libro editado para el centenario del Club Independiente.

APORTA TU PENSAMIENTO

Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.

Últimas noticias

Artículos

Zapatos

28/04/2021

leer mas

Historias

"Bon o Bon", a pedido

08/05/2021

leer mas