Historias VOLVER
Hoy cumple 70 años el mejor tenista argentino de todos los
tiempos. Escribir el libro del centenario del Club Independiente, fue acercarme
o reencontrarme con lo que Guillermo Vilas significó para toda una generación:
un tenista inspirador, en un momento
donde el otrora llamada "deporte blanco" estaba muy lejos de ser considerado un
deporte popular. Vilas lo hizo y su paso por el club rojinegro dejó su huella
pedagógica (fueron muchos los tandilenses que por primera vez vieron un partido
de tenis) y, dicen, la génesis de un cuento para la posteridad.
Fue el año 1977 en que Tandil pudo observar in situ a
Guillermo Vilas. De la mano de Raúl
Pérez Roldán el tenista marplatense debió traer su propia carpeta, una
superficie endure que se montó en el gimnasio del club. La exhibición atrajo a
un público que, en su mayoría, desconocía el reglamento del juego y los
momentos elementales de un partido, a tal punto que Pérez Roldán debió colocar
a ciertos allegados suyos en lugares estratégicos del gimnasio con el fin de
orientar a la gente para que supiera cuándo debía aplaudir y cuándo llamarse a
silencio. Por ejemplo, el hoy profesor de tenis Oscar Rábago fue uno de los alcanzapelotas del partido. Vilas jugó
contra su entrenador Ion Tiriac y la leyenda sostiene que esa noche nació el
cuento con que en 1986 el abogado tandilense Daniel Galli ganará el premio mayor en el programa de televisión
"Finalísima", que era conducido por Leonardo Simons.
Tengo para mí que se trata de un cuento apócrifo, cuestión
menor frente a la sustancia del relato. El chiste recreaba lo que le habría
ocurrido a un vecino de Tandil aquella noche tenística en el gimnasio Duggan Martignoni. Trece años después,
Galli, que en ese entonces estudiaba abogacía en Buenos Aires, lo contó en la
televisión con proverbial maestría.
La historia acontece cuando un paisano que nada sabe de
tenis llega por error al Lawn Tenis, se sienta en una platea y comienza a mirar
un partido. De golpe le dan ganas de orinar, entonces se pone de pie pero
cuando lo hace escucha que una voz potente grita:
-¡No!
El paisano se sienta pero el deseo de orinar no cede y
vuelve a pararse dos veces con el mismo resultado: el "¡No!" que lo devuelve a
la silla.
En plena retención urinaria escucha que por los
altoparlantes una voz informa:
-Servicio para el señor Martín Jaite...
Entonces el paisano levanta la mano y dirigiéndose al juez
le dice:
-Perdone, señor... después de Jaite me anota que no aguanto más...
Fuente: el texto y las fotos de este artículo pertenecen al libro "Club Independiente. Cien años del mundo rojinegro".
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