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El primer Mundial sin Maradona

No va a ser fácil. El primer Mundial sin Diego. Eso le dice Fermín al Tucu, en la mesa del bar, mientras observa, algo desconectado como mucha gente, eso que el periodismo insiste en pulsar: si hay o no hay clima de Mundial.

Y no. Por ahora no. Pero bueno, sabremos que lo habrá. Es el espectáculo más lindo de la tierra. Eso dice Fermín que ya pidió su cortado y espera que Marcos, el mozo, con su invencible vitalidad, se lo traiga en menos de un santiamén, mientras afuera pasan dos personas, a saber.

Uno, varón medianamente alto, fornido, remera, bermuda. Camina feliz el tipo, rápido, a paso sostenido. A su lado otro varón, no tan fornido ni tan feliz, con la percha -el uniforme, corrige el Tucu- de Frávega. Carga, el menos feliz, un tremebundo televisor.

-No se llama televisor. Televisores eran los de antes, los nuestros. Los que compramos en Robisco. Eso es otra cosa -dice el Tucu.

-¿Y qué es? A ver el sabelotodo si nos informa a sus amigos qué es grande, cuadrado y tiene toda la forma de un televisor...

-Es un plasma, o algo por el estilo -dice sin mucha consistencia el Tucu.

-Una tele gigante -interviene por primera vez en la charla Roque.

-Bueno, un televisor enorme. El tipo quiere ver el Mundial como si estuviera en el cine -concilia Fermín.

La descripción juega en favor del clima que tanto cuesta crear porque 1) Qatar no tiene tradición futbolera, todo el mundo sabe que compraron el Mundial por los dólares que tienen. 2) La fecha es una cagada, muy cerca de las fiestas. 3) Hace rato que no ganamos nada y eso pesa.

-Pero hay una cuarta razón -dice Fermín. De golpe se le apagó un poco la mirada.

-¿Por la falta de clima mundialero? -al Tucu le gusta inventar palabras. Tendría que haberse dedicado a los neologismos.

-Sí. Y de mucho peso.

-¿Cuál? -dice Roque y está a punto de salir a fumarse el pucho afuera. Le costó pero a la larga el hombre es un animal de costumbres: ya a nadie le molesta no poder fumar en los bares.

-Será el primer Mundial sin Diego. ¿Te parece poco?

Un silencio denso cae a plomo sobre la mesa.

Los dos televisores del bar reproducen la vida cambiada: cuando acá es de día, en Qatar es de noche. Los periodistas parecen sonámbulos demacrados.

-Tenés razón, la puta madre -Roque se estira en la silla, como si se retirara de la charla, como afectado por un golpe de nostalgia.

-¿Sabés? No es nostalgia. Ni melancolía. Es bronca. Si se hubiera cuidado, si lo hubieran cuidado un poco más, todavía estaría acá, con nosotros. O en Qatar, comentando el Mundial para alguna cadena de televisión.

-Si se hubiera cuidado no hubiera sido Maradona -dice el Tucu, que también es afecto a los lugares comunes.

Sea como sea, en algún momento, antes o después que empiece a rodar la pelota, todos vamos a sentir esa cosquilla amarga, esa cruda desolación que impone la ausencia: a toda una generación la vida nos ha puesto frente a nuestro primer Mundial sin Maradona.

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