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Dipi y el astronauta

Ayer un lector de "Huyamos de Aquí", el libro que escribí sobre Jorge "Dipi" Di Paola, me preguntó si la anécdota del escritor con el astronauta que en 1991 visitó la Unicen y luego dio una charla en el Salón Blanco del Palacio Municipal era verdadera. No sólo verosímil, enfatizó teniendo en cuenta la extravagancia etílica de Dipi, sino verdadera. Le dije que sí y para más datos aquí replico esa anécdota que conté en el libro pero con la foto del astronauta cubano en cuestión, que en ese momento fue recibido por el recordado rector Juan Carlos Pugliese. Lo que sigue es el fragmento en cuestión.

Ni siquiera en los momentos más difíciles Di Paola pierde el rasgo que en páginas atrás acentuó "Pacha" Rosso: la burla, la risa hacia adentro, la joda incómoda, sobre todo si viene potenciada con unas copas de más. Así debe leerse el episodio del astronauta cubano, quien tenía cara de cualquier cosa menos de astronauta, y que llegó a Tandil a dar una charla en el Salón Blanco del Municipio.

El hecho todavía se recuerda porque, más allá de lo políticamente incorrecto, el exabrupto de Dipi tiene que ver con su idea de la verdad. Y de satirizar la verdad con la provocación como rasgo gombrowicziano. El astronauta es un cubano de apellido Méndez. La galanura del Salón Blanco denota la importancia que las autoridades municipales le confieren al visitante. Hace calor y una pequeña multitud desborda el recinto. El cosmonauta, acompañado por personalidades representativas del quehacer local, ocupa el atril. Y se dispone a hablar.

Como supo contarle un testigo presencial del hecho al vecino Guillermo Cisneros, «apenas se lo presentó, la figura del héroe cubano sorprendió a los presentes ya que no representaba el ideario colectivo de un cosmonauta, digamos que era más bien una versión algo más oscura de nuestro Carlitos Balá que sonreía a diestra y siniestra. Apenas se lograron disimular algunas risitas entre los presentes cuando se oye subir pesadamente la escalera a un personaje vernáculo muy conocido, el querido Dipi Di Paola, quien venía de corrido probablemente desde la noche anterior.

«A los varios whiskies que traía encima, agregó una rama de naranjo que cortó de la plaza a la pasada y había colocado cuidadosamente en el ojal del saco marrón que tenía casi encarnado (según dicen lo tenía puesto desde que fue encontrado tiempo atrás en el interior de un ropero comprado en un remate de Wenceslao Fernández).

«Haciendo equilibrio entre las filas de sillas y la pared se fue acercando lentamente sin quitar la mirada al invitado. Mientras este hablaba, en un determinado momento dirige su mirada a los asistentes y descerraja a boca de jarro: "¡¿Este es el astronauta??!! ¿¡Con esa cara de boludo!?". Según los testigos ni alcanzó a terminar la frase cuando dos tipos de seguridad lo calzaron uno debajo de cada axila y de espaldas lo arrastraron escaleras abajo, resonando los talones del Dipi con cada escalón mientras no paraba de reír».

No es una sino que son decenas de anécdotas como la narrada las que describen a Dipi tal cual es. Un cerebro en combustión con el cebador en sordina, en permanente clave de risa insolente. No es un maleducado. No se trata de un típico petiso arrogante. No es un erudito sobrador ni un personaje incompatible con la realidad, aunque se enfrente a ella, «contra el aplanado aire mental» como llama a la realidad pueblerina en el 57, pre-Gombrowicz, y como la sigue percibiendo, con sus matices innovadores, cincuenta años después.

Es precisamente alguien que le hace un corte de manga a la realidad y, sobre todo, al cliché de la realidad: ¿cómo un astronauta va a tener esa cara? ¡Un astronauta tiene que ser como Neil Armstrong! Dipi es alguien a quien le cuesta muchísimo no decir lo que piensa, en la circunstancia que sea, y es lo que precisamente hace siempre y mucho más sin el freno de mano del alcohol. Dipi resulta la antítesis de un político y sus modos impolíticos -su irreverencia- son parte de su naturaleza. El factor whisky rompe con el último dique de contención, pero sin el whisky Dipi también puede decir (y ha dicho) cosas terribles.

Fuente: Huyamos de Aquí, Elías El Hage (2021).

Fotografía: crédito Archivo Histórico Digital Fac. Cs. Humanas.

1. Di Paola, Jorge (2004). Citado en Evocando a Gombrowicz, de Miguel Grimberg, Buenos Aires: Galerna.


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