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Charly

Era raro Charly, uno de los últimos personajes que andaban dando vueltas por esta galaxia de entre sierras. Una de esas fotos que hace tiempo aparecieron de él lo mostraban junto a Macoco, creo que en la misma pensión donde vivió Tirso, el tipo que hizo el Cristo de las Sierras y Jorge "Paolo" Montejo.

Se lo solía ver en los recitales, arriba de la glorieta de la plaza mientras tocaba alguna banda, o en algún evento público. Flaco, algo desgarbado, el pelo lacio y largo, también entraba en la categoría de los personajes indescifrables, porque ya se sabe que hay personajes y personajes. Oscilante en un border difícil de perfilar, ahí estaba Charly, epigonal en el estilo del Pata Prestifilippo y de Cachafaz. Era difícil encuadrarlo y, como todo el mundo, tenía una historia, una bio-grafía, una línea de tiempo, pero si la supiéramos él no hubiera sido lo que hasta ayer fue: alguien que casi todo el mundo ha visto alguna vez en las calles de la ciudad y del que prácticamente no se sabe nada. Vaya paradoja: un ser público del que se ignora su otra vida.

¿Cuándo, en qué momento, en qué día de qué noche, alguien muta de lo que fue a lo que finalmente será? Persona y personaje funcionan como seres que se escindieron, incluso a partir de lo primero que le dieron sus padres antes de que llegara a este mundo: su nombre.

Bueno, ¿quién sabe cómo se llamaba Charly? Yo no lo sabía hasta que ayer leí la necrológica y asocié dos cuestiones: el apodo (escrito entre paréntesis) en el obituario y el lugar donde vivía al momento que partió de este mundo. El apodo, Charly, y el lugar: Estrada al 50. No hay que trabajar en catrastro o conocer todas y cada una de las calles de la ciudad para identificar esa dirección: el asilo. Ahí murió mi tío Roberto Musa hace ya una pila de años, cuando el asilo era el Asilo de Ancianos. Ahora es un "hogar" que se privatizó. Por cada viejo que va a parar ahí, el señor filósofo-empresario que regentea el lugar cobra algo así como 200 mil pesos. Pero igual, aunque le cambien el nombre, aunque lo rebauticen con delicados eufemismos, el asilo seguirá siendo el asilo.

Así que coligiendo entre el Charly metido entre los paréntesis que comunicaron la necrológica y el "hogar de duelo" sito en Avenida Estrada 50, detrás de ese nombre y apellido que encabezó el obituario se representó el personaje. Porque Jorge Antonio Cacciato es nadie, pero Charly fue uno solo, y ahí está la cifra de su destino, en su identidad social. Como lo estuvo en tantos otros personajes que dejaron su huella a través del nombre con que fue llamado su mundana sociabilidad de otrora, como el canillita Culito, la Negra María, como el Loco Sosa, como el Loco de los Baldes y tantos otros.

Tiendo a creer que todo hombre tiene tres historias. La que soñaron sus padres, la que él soñó y la que le tocó vivir. Dándole más hondura a este asunto, la novelista y poeta francesa Marguerite Yourcenar lo explicó mucho mejor: "Hay tres líneas en la biografía de todo ser humano, y nunca son una horizontal y dos perpendiculares. Son tres líneas sinuosas, perdidas al infinito, constantemente próximas y divergentes: lo que un hombre ha creído ser, lo que ha querido ser y lo que fue".

No sé qué quiso ser Charly, porque casi siempre -salvo que el personaje antes de convertirse en personaje haya tenido una vida pública inmersa en la agobiante corrección política- ignoramos todo de su pasado. Como si su historia, su verdadera historia, hubiera sido tragada por un pozo de bruma.

Entonces lo que queda de él son fragmentos, imágenes inconexas de una biografía sin citas al pie de página: Charly tocando (o haciendo que toca la viola) en la glorieta de la plaza, Charly corriendo una Tandilia, Charly acercándose al intendente para plantearle vaya a saber qué cosa, Charly súbitamente de traje vuelto a la realidad, Charly en modo suburbano, Charly esfumado de las calles, devenido en sombra, en ocaso, en recuerdo elusivo, y la última estación previa al gran viaje: Charly ausente tras las paredes del asilo.

Luego la noticia de ayer. La necrológica del diario. Un personaje menos, una leve nostalgia más.

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