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Colección Pioneros: Julio César Díaz

Hoy empezamos la saga de Pioneros, una suerte de colección de personajes y personalidades (a veces ambas categorías en una sola) que se hicieron a sí mismos y crearon algo para ellos y la historia de la ciudad. Este lunes es el turno del recordado "Negro" Julio César Díaz, uno de los mejores fotógrafos que dio Tandil.

Desde su propio nombre y con la estatura artística de ser considerado como el mejor fotógrafo de la historia moderna de Tandil, Julio César Díaz es una referencia ineludible a la hora de la calificar la matriz pionera de una firma.

La historia dice que Julio César Díaz nace en Juárez, en el seno de una familia humilde. Es en su pueblo natal donde aprende lo básico de la fotografía. En 1970, lo emplea Óptica Foto Rembrandt, el lugar donde aprende los secretos del oficio. Ana María Castillo será su puntal y compañera de toda la vida. A su lado, Julio concreta su sueño de fotógrafo con negocio propio. "Mi madre lo fue todo para él. O en verdad eran un dúo que se complementaba a la perfección. Mi padre sacaba las fotos, las revelaba y mi madre salía a la calle a vender las fotos y levantar los pedidos. Mi viejo era un artista, un bohemio, y mi madre su cable a tierra", dice Gastón Díaz a la hora de explicar la fórmula del éxito.

Su primer local lo abre en la Galería San Martín, en la época de fotógrafo socialero. Pero el gran paso acontece cuando se instala en el local de 9 de Julio, pegado al Pasaje Fournier. Era un inmueble de características cerradas al que Julio César Díaz innovó con dos enormes ventanales a partir de un nuevo concepto de vidriera que resultaba imprescindible para exhibir lo que mejor sabía hacer: el arte de sacar fotos. De retratar vidas. De atestiguar momentos inolvidables, primero en blanco y negro, y luego con la intensa presencia del color.

A mediados de los 80 Julio César Díaz adquiere los equipos del primer laboratorio fotocolor integral de Tandil. Este salto cuantitativo en calidad y sentido visionario también es cualitativo, pues en la vivienda de 9 de Julio 30 comienza a realizar trabajos para los propios fotógrafos de la ciudad. A la par de semejante innovación tecnológica, Julio César Díaz no descuida lo que más amaba: la fotografía artística. Participa en concursos, gana prestigiosos premios, expone y logra comprar el local de 9 de Julio y Fournier cuando aparecen los laboratorios minicompactos. Es el momento en que decide develar el proceso de cómo se hacían las fotos. Aprovecha que las fábricas construyen equipos más chicos y los coloca en el propio negocio para que los técnicos impriman las fotos a la vista de sus clientes.

La experiencia y su propio talento lo habrán de convertir en un ícono de la fotografía, pero la muerte lo sorprende a los 53 años en medio de un proyecto que logra concretar aunque no alcanza a ver: la instalación de una sucursal de Julio César Díaz en lo que fue el paseo de compras de Supermercados Norte, donde actualmente continúa su empresa. En el 2001 llega la vorágine de la era digital donde había que cambiar para sobrevivir. La tecnología digital transforma la rutina del negocio: hay que reeducar el sistema de atención al público y aggiornar la empresa adquiriendo el nuevo equipamiento. El legado cultural de Julio César Díaz se mantiene inalterable: fue el gran pionero de la fotografía moderna de Tandil y un excelso artista con la cámara.

Fuente: Libro "Cámara Empresaria de Tandil 100 años -1922-2022", Elías El Hage, Tandil, 2022.

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