Roque debe andar por los setenta pirulos, por lo tanto, por una cuestión etaria nomás, fue testigo de un hecho ocurrido en 1960 o por ahí: el día que la selección lugareña ganó el campeonato provincial de fútbol en Mar del Plata, lo que desató una fiesta popular en el pueblo. Desde ese entonces, dice Roque, viene la pica con los marplatenses. El tipo con el que está discutiendo en un marplatense venido y quedado. Lo es como mi amigo Pepo Sanzano y el amigo periodista Marcos González. Hay muchos más y si tomo los ejemplos citados, mal no les fue en el pago chico.

Ahora, el marplatense que está hablando con Roque, en el tono elevado con que se discute en los bares, sobre todo si es de mesa a mesa. El otro, me entero por Roque, se llama Esteban pero, previsiblemente por el volumen de su buzarda, le dicen Gordo. Se observa que la conversación le ha desbocado el semblante.

-¿¡Pero cómo querés que no me enoje!? -dice.

-Eso no salió de mí. Lee los diarios, lee -dice Roque y pretende sacarle el diario al Tucu, que viene leyendo en el orden que le gusta: policiales, necrológicas, deportes.

-Pensé que ese odio que nos tenían...

-Que nos tenemos... -corrige Roque.

-Bueno, que nos tenemos, está bien, ya había quedado en el pasado.

-Creía lo mismo.

-¡Y me salís con semejante canallada! -el Gordo ya se puso de pie y el aire del bar se tensa levemente.

-Yo no te salgo con nada. Es el diario que dice que ayer hubo mayor presencia de móviles policiales en los supermercados de Tandil ante los rumores de que un colectivo repleto de saqueadores de Mar del Plata se venía para acá...

-¿Y de dónde sacaron ese disparate?

-No sé, dicen que se viralizaron algunos audios de whatsapp, qué sé yo, no te la agarrés conmigo.

-Vos ni bien llegaste empezaste con eso de que ahora teníamos una grieta más y la mar en coche.

-No, te dije que esta noticia, si es que tiene algún grado de veracidad, volverá a abrir la grieta entre nosotros y ustedes...

-¡Yo ya soy de Tandil! ¿Qué decís? ¡Hace quince años que vivo acá!

El mozo me pregunta qué voy a tomar. Pido un té y me mira como a un marciano. En la semiología del boliche sigue habitando la creencia de que el parroquiano que pide un té es porque ya viene de última, con el estómago fisurado.

El Gordo se acerca a la mesa y me pregunta (jodiéndome con ese mal entendido de que soy un historiador y no, tal como lo repetí mil veces, un tipo que cuenta historias) si había algún antecedente en la historia local de un evento de saqueo de supermercados producido por marplatenses contra tandileros, eso pregunta.

-Le diría que al revés, señor. Algunos comerciantes marplatenses se fueron de acá porque no entraba ni el loro a comprarles -respondo.

El Gordo se sobrasalta.

-¿Qué? ¿Quiénes?

-El Supermercado Aragone, por ejemplo. Estaba en la Avenida Del Valle.

-¿Ves? Lo que pasa es que vos no vivías en Tandil en esa época -Roque lo chicanea y el Gordo se muerde la lengua.

Pero también, le aclaro, además de ganarles el título provincial del 60, o por eso mismo, ustedes se vengaron clavándonos la repetidora de Canal 8 en las Ánimas. Estuvimos como diez años adivinando las imágenes, mirando la lluvia en los televisores blanco y negro, así que estamos a mano. Además de bancarnos al Cholo Ciano y a Pérez Bastida.

El Gordo vuelve a su mesa. El Tucu por fin deja el diario. Roque se relaja y lentamente empezamos a dejar atrás la grieta que se acaba de reabrir con la noticia de la víspera: la inopinada patrulla de saqueadores de Mar del Plata que no creo que haya despertado la menor preocupación en el Gringo Bertolín y la multinacional Carrefour.

El Tucu, entonces, aprovecha para pasarme la factura, tras tantos días de ausencia.

-Te dije que ganaba Milei -dice.

-Lo del Peluca fue un batacazo -le digo, como para defender la posición de todos los que no lo vimos venir.

-Má qué batacazo. Lo que pasa es a vos te falta pueblo -me dice el Tucu. Y seguramente tiene razón.