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La dama del corpiño invencible

Tras 95 años de historia un día cerró la Tienda La Capital. Mucho antes de esta pérdida hubo otras, por ejemplo la de una mujer que fue devorada por el olvido, a tal punto que mutó en inadvertido fantasma. Si alguien la recuerda no será por su nombre sino por su leyenda verdadera: se la conoció como La Dama del Corpiño Invencible.

Podrá tomarse como una fantasmagoría o una fábula pero ella existió, fue de carne y hueso. Nacida en los sesenta en el Barrio de las Ranas se llamaba Romilda y fue una tan exquisita como puritana modista que se floreó en los bailables del Boca y el Italiano exhibiendo un hecho indesmentible: la férrea defensa que opuso mediante el sostén de acero a las manos masculinas que pretendían abalanzarse sobre sus pechos exuberantes.

Romilda llevaba grabado a fuego el mandato que desde la bisabuela regía la conducta femenina en el hogar y fuera él: de la cintura para arriba sí, pero sin adentrarse en las intimidades del codiciado territorio.

Las comadres de su barrio sostienen que ella misma confeccionaba sus corpiños de amianto. Pero al doméstico relato se le contrapone como leyenda urbana un dato incomprobable: que la tienda La Capital -a través del viajante que venía de Buenos Aires- le proveía en exclusiva sus despampanantes corpiños. Tras un arduo trabajo de campo surge de la clientela femenina de la tienda -pasaron por allí al menos dos generaciones de mujeres- la certidumbre de que los corpiños de La Capital tenían una resistencia superlativa respecto a Casa Galver, Adúriz y La Exposición.

Entre los varones se la conoció a Romilda como La Dama del Corpiño Invencible. Nadie desentrañó jamás cuál había sido el secreto del invicto broche de hierro que obraba como fortaleza defensiva de su portentosa delantera.

La modista era ancha, de baja estatura pero de tronco voluminoso, por lo cual intentar desprenderle el sostén de frente se convertía en una tarea ciclópea.

Cuentan que el Hormiga Ramos -gran jugador de bochas en el Defensa- enloqueció después de forjecear durante cuatro horas contra el gancho inexpugnable. Nada se supo de ella como no fuera su empeño por permanecer intocada hasta la llegada del ser amado, en aquellos años donde el relato mítico del príncipe azul y la fotonovela "Nocturno" con los consejos amorosos de Tita Merello tallaba fuerte en la serranía.

Pero nuestra vecina fue una mujer anónima y sin historia hasta que una noche en el Cine Avenida, frente a la perturbadora imagen de los pechos de la actriz Isabel Sarli en la película "Carne", un hombre de instrucción vulgar, fuera de lugar e inopinadamente gritó a boca de jarro: "¡Coca, no existís! ¡Aguanten las gomas de Romilda!".

La muerte de la Tienda La Capital y el insípido bazar "Only One" del chino que ahora ocupa ese lugar, por fin convierte a la ausencia de la Dama del Corpiño Invencible en una entrañable mitología.

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