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La otra Copa

Para empezar éramos jóvenes, pero, siendo así, ¿por qué no lo recordamos? ¿O los más memoriosos lo recuerdan? Es raro, porque si bien es cierto que el evento (antes esa palabra no existía) fue comunicado con una tarjeta como la que ilustra esta nota, no parece haber sido masivo. No tuvo, seguro, la multitudinaria convocatoria que, de cajón, tendrá la Copa que ganamos en Qatar, cuando el sábado, desde las 9 de la mañana hasta el atardecer, se exponga, para la foto de miles, en el playón del Palacio Municipal.

Entonces, ¿qué pasó? ¿Por qué, en cierto modo, aquella Copa que fue expuesta en nuestra ciudad, pasó como al vuelo, sin demasiado registro? El acto fue organizado por dos instituciones con poder, uno simbólico en cuanto al fútbol como pasión de multitudes y el otro fáctico en el universo de los negocios: la Liga Tandilense de Fútbol, donde ya empezaba a tallar la figura de Luis Alberto Mestelán (Lucho), y el Banco Comercial de Tandil. Huelga cualquier palabra para definir la matriz imperial de ese banco en 1978, lo que significaba -el núcleo del círculo rojo- para el Tandil de la época. Era el mismo banco que pocos años después patrocinaría la edición de las Memorias de Juan Fugl, aquel hermoso libro de tapa verde, de 500 páginas, agotado y sin que todavía se le encuentre la vuelta a una reedición.

Volvemos, ¿qué pasó que no hay recuerdos de aquel día? ¿O los hay y a uno -los jóvenes de mi generación, por ejemplo- le dio lo mismo que la Copa que ganamos contra Holanda, en plena dictadura militar, la primera estrella argentina, pasara por la ciudad sin pena ni gloria? El Mundial del 78 fue una fiesta de la Argentina de bien (nunca mejor este ideologema): se celebraba en la superficie y se torturaba y se arrojaban argentinos al mar en las tinieblas de la noche. Acá esa cuestión no parecía rozar el interés de nadie: el Bar Ideal se había convertido en el epicentro de los festejos, en la esquina de Rodríguez y Pinto, la televisión empezaba a despuntar el poderío que después tuvo, y la vida era más simple para todo el mundo. Y en el Comercial estaba de gerente el finado Méndez, un tipo que después iría preso por prestar su quinta a los militares que la convirtieron en un centro clandestino de tortura y desaparición de personas. Más allá de esto, el pulso de la ciudad era como el de un pueblo tranquilo donde la fusión entre los nativos y los inmigrantes había dado por resultado lo que slogan para el turista resumía con notable acierto: "Tandil la serrana gentil".

La Copa se celebró pero es verdad que no puede compararse con los festejos de la tercera estrella, en el contexto de una aldea global hipertecnologizada, donde cada vecino tiene su propio medio de comunicación en su teléfono celular. Además, la tercera se hizo rogar muchísimo desde el Mundial 90, cuando Diego lloró con el tobillo destrozado y después ya sabemos todo lo que pasó.

Por lo tanto, a juicio de este escriba, aquella Copa del Mundo que se exhibió en Tandil a fines del 78 traída por la Liga de Lucho y el Banco Comercial, está inmersa en la bruma del olvido. No tengo presente, siquiera, el lugar donde se exhibió el trofeo.

Lo más parecido ocurrió muchos años después, el 28 de octubre de 2017, en la cancha número 5 del Lawn Tennis del Club Independiente, cuando se exhibió la famosa Ensaladera de Plata, como último destino de la gira que organizó la Asociación Argentina de Tenis. Fue la Davis que ganamos con Del Potro, otro momento histórico para el deporte del país y de Tandil.

El sábado llega a Tandil la Copa de Messi y sus muchachos. La que por un día -o varios días- nos hizo creer que teníamos un país donde todos pudimos abrazarnos con todos, la utopía de la felicidad que tapó con goles, abrazos y besos, la profunda zanja que nos separa.

Ahora que cualquiera puede sacarse una foto con el celular, el sábado será sin duda el Día de la Foto con la Copa más linda del mundo. Es bueno conocer la mecánica del acontecimiento: habrá una fila desde Belgrano y Rodríguez, y la gente irá caminando a través de un vallado hasta el Palacio. Cuatro fotos por minuto es la secuencia prevista, de modo que en la foto nos encontraremos posando con quienes hayamos compartido la fila. La Copa estará allí, en la explanada del Palacio, hasta el atardecer, el atardecer de un día agitado pero feliz. Esperemos que los mosquitos, para el sábado, ya sean historia.

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