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La premonición de Arima

Hace mucho que no los veo y, para variar, están discutiendo. El Tucu y Roque son esa especie de amigos que fundan su vínculo en la refutación. Si uno dice blanco, el otro negro y así. Ahora, en el bar, no se ponen de acuerdo en un hecho trivial: uno, el Tucu, dice que Nicolino Loche nunca estuvo en Tandil y el otro le jura, que sí, que el gran Intocable no sólo pasó por nuestra ciudad, sino que también peleó.

-Qué terco sos, no entiendo cómo todavía te aguanta tu mujer -le dice el Tucu.

-Vos porque sangrás el rencor del soltero llegando a la vejez.

-Qué vejez, perejil. Sesenta y cinco, y en esta época son los cuarenta de ayer.

-Por eso mismo, por tu "juventud" no conocés del tema -Roque me invita a sentarme con una mueca de sorpresa. Hace rato que no ando por el bar.

-Justo llegaste para zanjar esta discusión...

-Ya veo, para variar...

-Este "joven" -dice Roque, con burla sobreactuada- asegura que Loche no conoció Tandil ni por postal, de ni de casualidad.

-Por postal no sé, pero que nunca anduvo por el pueblo te lo aseguro.

-Es por tu falta de experiencia y de calle. Porque a ningún tandilero de ley, y mucho más si es un amante del boxeo, se le podría haber escapado semejante "detalle".

-¿Qué detalle? Ni que hablaras de Cassius Clay...

-¿Ves que no sabés un pepino? Nicolino fue un distinto. Las mujeres llenaban el Luna Park para verlo. Nadie le podía embocar una piña, era un artista del ring, ¿no es así? -dice Roque y me mira como para que firme su argumento.

-Es así. Un caso único -digo.

-Bueno, pero Clay no era.

-Muhammad Alí, así decidió que lo llamaran el gran Muhammad. Hablá con propiedad del más grande de todos.

-No te salgas por la tangente. Estamos hablando de Nicolino...

-Sí, y algo va a costarte semejante acto de ignorancia más soberbia. ¿Estás dispuesto a pagar la ronda de café si perdés?

-Con mucho gusto.

-Bien, a los hechos. El inolvidable Nicolino Loche estuvo en Tandil en el invierno de 1967. Quien organizó la pelea fue don Jorge Ruda (dirigente del Club Santamarina y el único que sabía el camino correcto para entrar al Luna Park y sin dilaciones ser atendido por Tito Lectoure). Loche ya era campeón argentino. Datos precisos: peleó en el gimnasio aurinegro el 27 de julio de 1967. Por la tarde visitó la bicicletería de Ruda (hoy Cantina Pink), y el resto es Imposible olvidarlo: en el gimnasio no cabía un alfiler, Loche estaba afiladísimo y ya lo tenía a Paco Bermúdez en el rincón.

-Parece que el Tucu quedó un poco noqueado -la burla en estas ocasiones es inevitable. Roque me ignora y sigue gozosamente su relato.

-No le pusieron un paquete. Le trajeron un boxeador de Buenos Aires y el tipo hizo lo que pudo. En cada visteo, en cada amague, cada vez que los mandobles del contrincante quedaban dando vueltas en el aire, las mujeres deliraban desde el ring side y la popular se venía abajo. Loche ganó y después fueron a cenar al Imperial. ¿Querés saber que comió Nicolino?

-A ver, dame cátedra ahora -el Tucu intenta salir de la humillación.

-Por consejo del japonés Nagata Arima, dueño del hotel, le sirvieron "la mejor chuleta con papas fritas y huevos fritos que se hacen en Tandil".

Y ahora viene lo mejor. Eso le dice Roque al Tucu, mientras con una mano llama al mozo y señala la cabeza de su amigo, para saber quién tiene que pagar la cuenta.

-Loche todavía estaba muy lejos se pelear con Fují en Tokio por el título mundial, un combate que ya es una leyenda, una clase magistral de boxeo. Pero en ese momento ese dato no podía saberlo, no estaba en su radar. Entonces a la hora de retirarse Arima y Kakimoto lo invitan a fimar el "Libro de Visitas". Loche firma y Arima le dice: "Somos del Japón. La tierra del sol naciente está más cerca de lo que usted se imagina".

Ahora se hace un silencio en la mesa del bar. Cada uno de los tres tal vez estemos pensando lo mismo: si el gran Nicolino después de su noche de gloria en Japón recordó aquella premonición que diecisiete mes antes le profirió el japonés Arima en el hotel y restaurante El Imperial de Tandil.

Fuente y fotografía ilustrativa: antigua sede y cuadrilátero del Club Santamarina. Estuvo ubicada en Alem 551. Libro "Club y Biblioteca Ramón Santamarina. 1913-2013- Cien Años. Dipaola, Néstor.

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