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Cuando algo comienza en una esquina

De la historia -la nuestra y toda la Historia- lo que más me gusta es, como ya dije alguna vez, el minuto cero donde sucede algo y lo que, sin imaginar la más mínima prospectiva, habrá de ocurrir años y décadas después de ese hecho.

Por ejemplo esta historia, que empieza con una esquina (las esquinas son siempre favorables y no sólo desde el punto de vista comercial). Es la esquina que muestra la fotografía, a la izquierda de la imagen, la de Belgrano y 9 de Julio entre las décadas del 30 y el 40. No hay edificios por entonces, tal como lo conté en el libro Identidad Bértoli, el tremendo libro con que los hermanos Oscar y Guillermo Bértoli no sólo dieron testimonio de su biografía empresarial, hecha a pulmón, sino que por lo mismo permitió que se narrara el antes edilicio de sus torres. Como parte de ese pasado está la década del 40.

Porque en 1949 ocurrió algo, como se dice ahora, disruptivo: la construcción del primer edificio de departamentos de la ciudad. Fue un hecho también sumamente transformador porque la obra se convirtió en el punto de inicio de una nueva forma de urbanidad, acompañada por el clima de época y la experiencia inédita para aquella ciudad de tan sólo cincuenta mil almas: el aprender a vivir y convivir en un edificio, la cultura del residir empíricamente en el departamento, dato sociológico no menor para una comunidad profundamente conservadora y, como tal, resistente a los cambios, al menos en el acto reflejo iniciático.

Se lo conoció como el edificio La Tandilense. Lo llevó a cabo el constructor Francisco Torzillo, el mismo que levantaría el segundo edificio de propiedad horizontal, Tandilsa, vecino del Hotel Plaza, con la característica de que este edificio fue construido a fines de los 50 desde el pozo y para la venta por una sociedad de vecinos interesados en invertir. En el caso del edificio La Tandilense, los departamentos inicialmente se alquilaron (para renta) durante un largo tiempo. Recién una década después las unidades comenzaron a ser vendidas. Y lentamente empezaría a aparecer la figura del portero (ahora llamado el encargado, famosamente retratado por Guillermo Franchella).

Lo cierto es que con el primer edificio de departamentos concluido, una elegante construcción de cuatro pisos de ladrillo vista al que después se le agregó un quinto donde funcionaron las oficinas de la compañía de seguros, los vecinos más memoriosos podrán evocar un doble ícono del lugar: la estatua vaciada en cemento que representaba a una mujer (tal vez una alegoría de la fortuna), la cual estaba sentada con una rueda en la que lucían caladas y en metal las iniciales de la firma, escultura que hoy puede verse en el Museo Histórico Fuerte Independencia. En la esquina, sobre el techo, se había instalado un letrero giratorio con luz de neón, más la erección de una torre metálica que concluía en un faro también giratorio y similar a los que se utilizaban en la Segunda Guerra Mundial para detectar aviones durante los bombardeos nocturnos. Ese resplandor circular, ese hipnótico haz de luz incandescente, iluminó durante muchísimos años el cielo de Tandil, como si fuera un parpadeo luminoso en medio de la negrura, fulgurante y fiel, aún contra los nuevos brillos que iban relumbrando en las noches de la ciudad a medida que los años pasaban.

Nadie, entonces, podía imaginar lo que habría de ocurrir cincuenta y tres años después de construido el edificio. Lo conté ayer en mi red social Facebook: en una oficina del último piso un por entonces joven y desconocido egresado de la Unicen, Guibert Englebienne, iba a fundar, en 2003, la empresa Globant, y luego, veintiún años más tarde esa empresa iba a patrocinar, junto con otras, la llegada del piloto argentino Franco Colapinto a la Fórmula 1. Si miramos por el espejo retrovisor de la historia, hay que pensar que en buena medida (incluyendo al azar, el destino, la casualidad), una parte de esta gran noticia comenzó en ese páramo de Belgrano y 9 de Julio cuando una mañana del 49 llegaron los albañiles y empezaron a levantar el primer edificio de Tandil a las órdenes del constructor Franciso Torzillo.

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