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Castillo y los adjetivos

En X (ex Twitter) sigo a un tipo que es fanático de Balzac. Don Honoré es un autor del siglo XIX al que nunca leí y del que se hablan maravillas. Suele pasar que más allá de su obra, lo que va quedando de un escritor son ciertas citas. Famosamente, sabemos cómo se cursilea a Cortázar en las redes robando frases de Rayuela. Es el riesgo del corte y pegue en versión de ignorancia que presume de cultura.

Balzac tampoco se salvó del recorte, y por eso mismo bajo el tópico "Todo Balzac", apareció esta cita: "Lanzó una mirada a su traje, algo más llamativo de lo que permiten en Francia las leyes del buen gusto". Y le adjuntó al pie la foto con que ilustro esta nota.

Se trata, por si alguien no vio el partido entre River y Barcelona de Ecuador por la Copa Libertadores, del entrenador del equipo, un tal Segundo Alejandro Castillo.

El hombre ha cobrado súbita fama no tanto por sus resultados como técnico sino por la pilcha con que aparece en la cancha. Uno, que batalla contra los adjetivos -hemos dicho que el infierno está empedrado de adjetivos y adverbios-, intenta no caer en la trampa. El adjetivo no es malo de por sí: ocurre que es el recurso del periodismo mediocre, sobre todo del llamado periodismo televisivo donde reinan, en la cima del podio adjetivero los Majul, Viale, Feinmann, Sylvestre y unos cuantos más. En tales antros al adjetivo se lo usa como munición que refuerza el agravio. Cuando no acuden a la cobardía del ejemplo (Borges dixit) o a la metáfora fácil, aparece el adjetivo.

El periodismo deportivo tampoco se salva, pero es más entendible si apreciamos aquel silogismo de que serás lo que debas ser, sino serás periodista deportivo.

Veamos cómo apostrofó la prensa el atuendo del entrenador ecuatoriano: "El excéntrico look del DT del Barcelona" (Infobae); "El look particular del DT del Barcelona" (TyCSports); "El impresionante look del DT de Barcelona" (La Reforma); "El curioso "look" del DT de Barcelona" (La Popu), y así podríamos seguir hasta el infinito. Tampoco faltaron los memes, pero ya sabemos que el meme es un clásico de este tiempo y nadie se salva de eso.

Ahora bien, si repasamos el atuendo de Castillo lo que vemos es un tipo luciendo un smoking rosa con moño rosa y zapatos negros. El asunto que tal vez lo salve del grotesco es que el tipo tiene con qué llevar esa vestimenta tan ajena a una cancha de fútbol (aunque crece la tendencia de entrenadores que le dan mucha bola a la imagen). Cuerpo y pilcha detonan el adjetivo por la sencilla razón de que ambos son inescindibles. Castillo tiene esa armadura portentosa de huesos, tendones y músculos para el modelaje de ese atuendo. Pero ponele tal smoking al Gordo Porcel y después contame.

El habla popular guarda sus propias florituras y sus reduccionismos a prueba de balas. Al no verse expuesta a las cámaras, al no tener una audiencia que le vea, o que la escuche -como le pasa a la prensa- el habla popular carece de filtros.

Frente a la imagen de Segundo Castillo dirigiendo a su equipo en el Monumental, una mujer futbolera que conozco dijo: "Qué elegancia". Pero en el bar, en la mesa de la obviedad, un tipo se ahorró el adjetivo y recurrió a un sustantivo común: "Es un payaso", dijo.

Recién entonces tropecé con la cita de Balzac, esa ironía filosa que todo gran escritor lleva en su caja de herramientas.

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