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Pepe, Lester y el escarabajo

Cada vez que Pepe Mujica aparecía en el escarabajo que le compitió en celebridad, yo me acordaba de don Jorge Lester (el abuelo de Boiti).

Se trata -para las generaciones más jóvenes- de un hombre que gustaba del teatro y de la política. Era peronista, había sido director de la Estampas de la Pasión a mediados de los años sesenta, y había llegado a ser intendente de la ciudad. Lo fue en una época donde un intendente era un vecino al que se premiaba con ese cargo, pero que nunca dejaba de ser básicamente eso: uno más entre la pequeña multitud de la ciudad del siglo pasado.

Lester era un peronista de Perón. De Pepe, que ayer murió, ya se está escribiendo su epitafio periodístico como el hombre que pasó de guerrillero a presidente, en el Uruguay de Onetti, de Viglietti, del maestro Tavárez y de Jaime Roos (cito de memoria algunos de los que más me gustan de un país en el que me hubiera gustado vivir).

Coincidían, Lester y Mujica, en algo más que la pasión por la política y por los pobres. Un auto los representaba, un auto sino idéntico bien parecido. El DKW del viejo Lester y el Volkswagen "Fusca" de Mujica, modelo 1987, auto que un jeque árabe quiso comprar en un millón de dólares.

Lester, dicen, amaba a su coche. Tenía un pasar humilde y el auto le iba de perlas con su modo de vida. Además, parece que no hay quien se suba a un escarabajo y salga indemne de su mística infalible. Mujica fatigó las calles de Montevideo arriba de su auto hasta el final de su vida. Ahora todo eso es historia pasada. Mujica llegó a la presidencia de Uruguay en 2010, coronando con los votos una carrera que empezó con las armas. Perteneció a la organización Tupamaros y estuvo preso quince años, aunque en más de una entrevista aclaró que nunca había matado a nadie. Participó, eso sí, en varios enfrentamientos violentos con policías y soldados. Muchos años después fundó su propio partido, el Movimiento de Participación Popular, y llegó a una presidencia signada por la austeridad.

Don Jorge Lester fue elegido intendente en 1973, pero el golpe de Estado de 1976 lo sacó del poder de una manera macondiana: el coronel Julio Zanatelli, que el 24 de marzo de aquel año lo desalojó del Municipio, terminó siendo su amigo. Esa mañana en que los tanques cruzaron la ciudad y tomaron el Palacio, Lester, llorando, bajó de la pared del despacho el cuadro de Perón y junto con su secretario Fedalto cruzaron la plaza y fueron al Bar Ideal, a desayunar. El mozo los atendió como si no hubiera pasado nada...

Cuando compró su DKW, Lester dijo lo siguiente: "Este coche me va a acompañar hasta los troncos". La metáfora aludía al cementerio municipal. Tuvo razón de forma literal: cuando don Jorge murió, el viejo Auto Unión formó parte del cortejo y ni bien llegaron al cementerio un humo gris empezó a salir del capó: el motor se había fundido de manera inapelable, como si en esa postrera exhalación mecánica el auto estuviera expresando el deseo de quedarse allí, en el camposanto, junto a su dueño.

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