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Las huellas que van quedando

A veces tiendo a pensar que el narrador no es uno -en el caso de esta nota: un escultor- sino que es la propia ciudad la que toma una categoría narratológica y se convierte en la voz que cuenta, la que narra la escena, las acciones, los personajes.

¿Quién será -sino la ciudad-, dentro de cien años, la voz que desde Gala, el último edificio de los Bértoli, en Constitución y Santamarina, cuente el relato del relato. Primero la obra, y luego lo que el edificio, entre muchas otras cosas de la esquina que habita, produjo: una obra de arte que lo corona.

El edificio lleva el nombre de Gala, obviamente inspirado en el gran Salvador Dalí, como si el espíritu del pintor anduviera entre los muros de hormigón. De Dalí se ha escrito todo, en tanto icono del arte surrealista. José Ambrosio Rossanigo es el escultor fetiche de los Bértoli. Basta caminar la ciudad para encontrar sus esculturas al pie o en lo alto en un vértice de las torres que inventaron Guillermo y Oscar, precursores de la arquitectura moderna en la ciudad, a partir de mediados de los 90 pero sobre todo con la construcción de la torre "de las calas", así se la conoce desde que el recordado artista Alejo "Toto" Azcue las concibió, para franquear la entrada de la torre que nació en el Año Nuevo de 2000 frente a la Plaza Independencia. Rossanigo tomó la posta y cada escultura dejó su sello sobre el universo Bértoli, mucho antes de que la ciudad se poblara de complejos y edificios.

A la hora de construir Gala, en septiembre de 2024, Rossanigo asoció el nombre con Dalí (Gala fue esposa y musa del pintor) pero también lateralmente con Kafka, para concebir una escultura que se deja caer desde lo alto a la manera de una metamorfosis surrealista. La llamó "Mercurio para Gala", tomando, dice José, "la misma condición de aquel fluido vital presente en la obra onírica de Dalí expresada en el cuadro 'El Gran Masturbador'. Los materiales que se licuan hasta escurrirse en el tiempo están presente en su obra, ese fluido inquietante e íntimo en ofrenda a Gala, su musa". (Detalle: se ve la escultura en la foto que ilustra esta nota y, más cercanamente, corriendo el cursor hacia la segunda imagen).

Para implantar a Gala, Rossanigo tenía tres espacios potables. "Sin dudarlo -dice José-, elegí la parte más alta sumándose a esta condición la exposición externa de la futura obra. La escultura fue diseñada cumpliendo las necesidades que requería: cierta perennidad, facilidad para su instalación y visibilidad. El material que elegí fue el acero inoxidable en chapas de uno y un milímetro y medio de espesor.

"El objetivo de la obra es magnificar la tridimensión del fluido chorreante junto a su textura brillante. (Metal/Mercurio). La escultura fue construida en piezas únicas que conformaron módulos para, a la sazón, unirlas conformando un todo cuyas medidas corresponden cinco metros de ancho por tres metros y medio de altura. La confección de las unidades se ejecutaron bajo el método de 'chapa batida' o repujado logrando el volumen convexo requerido por la obra dividida en veinte 'gotas' que conformaron cinco módulos. La fabricación de herramientas especiales y métodos de soldaduras formaron parte del proceso que requirió cinco meses de trabajo personal", resumió el escultor.

Vivimos en una ciudad que cada día muta su fisonomía de forma frenética, como si la hubieran puesto adentro de una licuadora y cuando frena el vértigo aparece de golpe otra ciudad, otras formas (y otras deformidades y una saga vidriosa de innovadores adefesios), una ciudad que reclama para sí y para los días del porvenir poder contar la trama de lo que sucede con su propia voz (no con la voz, por ejemplo, de Faro Verde), la ciudad con esa condición de narradora que al mirar hacia arriba se encontrará con una variante de la musa de Dalí derramando su belleza, en caída libre, lenta y detenida (hay algo en la escultura que recuerda el texto "Aplastamiento de las gotas", de Cortázar).

Hace algunas horas un franquiciado de Míster Hamburguesa -tantas veces anhelado por la aspiracionalidad de estos lares- anunció que levantará su inmueble sobre los restos de una playa de estacionamiento, a una cuadra de la vuelta al perro. Tendremos, pues, McDonald's, pero también tenemos Dalí.

Son las huellas que van quedando.

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