El tipo ha llegado hasta el bar sin entender -suponemos- el significado de una hipérbole.

-Sí, señor -le digo.

Pide permiso y se sienta. Le hago la pertinente aclaración de que si permanece sentado va a tener que pagar el café.

-¿Ehh? ¿Por qué?

-Son las reglas de la mesa.

Sonríe. Llama a la camarera. Dos café, pide. Aclaro que el mío sea cortado.

-¿Una hipérbole? -farfulla.

-Sí, una exageración, una desmesura.

-Ahora voy entendiendo. Un guiño de complicidad a sus lectores.

-Eso mismo. Los que viven acá desde siempre saben de lo que hablo. Usted debe ser de afuera.

-Sí, nos vinimos de Buenos Aires con mi familia en el 2005, pero le aclaro que nos encanta Tandil. Compré el libro del Ideal y me llamó la atención eso: una peña insólita que un día decidió afirmar que el nacimiento del Universo ocurrió acá, en Pinto y Rodríguez. Y señalizó la esquina.

-Sí, señor. Usted se refiere a la Peña El Atraso.

-Esa misma. ¿Existe aún?

-Sí, pero en la clandestinidad. A los vecinos que recién llegaban a la ciudad se les tomaba un examen de conocimientos básicos. Un ritual de admisión, digamos.

-Me está jodiendo.

-No, en absoluto. Era un test que iba de preguntas más fáciles a las más complicadas.

-Me gustaría ver si aprendí algo. Son ya muchos años que llevo residiendo. Hágame el test.

-¿Está seguro? Si falla se lleva la materia a marzo, pero como estamos en junio ya la tiene previa.

-Métale. Estoy seguro que aprobaré.

-Perfecto, usted lo quiso. Dígame, ¿cuál es la cuneta más jodida de este pueblo? Está presente rompiendo los ejes de las carretas y los amortiguadores y la punta de eje de los coches desde que llegó la expedición de Martín Rodríguez. Y nunca fue reparada.

Un silencio de pánico se instala sobre la mesa del Ideal. Al tipo se le ha petrificado cada músculo de la cara. Respira hondo, mira hacia la plaza, luego hunde sus ojos en el pocillo y cuando vuelve a levantar la cabeza, lo que asoma es la resignada máscara de la derrota.

-No lo sé... -dice.

-La cuneta de Mitre y 4 de Abril. Vuelva en julio -le digo.

El tipo llama a la moza, paga los dos cafés y se va.

Ilustración: José Rossanigo.