AGUAFUERTES VOLVER
Hay que comprenderlo: son tiempos de indignación facilonga. Cualquiera se indigna, o mejor, cualquier vive indignado. La indignación transcurre, entonces, en presente histórico.
Nada de eso vengo pensando cuando, en la esquina de Garibaldi y 14 de Julio aparece de la nada un sobresalto, porque así sucede la indignación, como un tumulto, un espasmo.
-¿Se da cuenta? ¡¿Se da cuenta?! -dice la señora que desde ahora toma el nombre de Estela Indignación.
Estoy ahí, buscando un tesoro pueblerino que no vale un céntimo para la modernidad: la fachada del Bar el 8, que en los años sesenta y setenta era el bar y cabina telefónica pública del barrio. De hecho se llamó así porque el 8 era el número de teléfono del boliche, estoy ahí, digo, cuando irrumpe el hoy, el ahora, con su máquina de centrifiguar enconos.
Porque Estela Indignación no está para tales ataques de melancolía. Su brote tiene que ver con el presente y con un sujeto específico del presente: el Vendedor de Autos Usados. Alguna vez, si cuadra, hablaremos de este arquetipo comercial -y también social- que carece de buena prensa. Vender autos usados está al borde de uno de los círculos del infierno del Dante.
Ahora Indignación proyecta su mano desde la esquina del ex Bar el 8, prospectivamente, desde ahí hasta el final de la cuadra. Su mano, su codo y su brazo, largo, tenso, algo colérico, viaja ciento y pico de metros (la cuadra que trazó el infame Chapearouge, en los tiempos de la aldea, a quien debemos el martirio de las calles tan angostas) hasta la otra esquina.
-¿Ve? Desde hace un tiempo a esta parte toda la cuadra ha sido usurpada por este señor.
-¿Quién? ¿Cuál?
-¡El vendedor de autos usados! ¡Toda la cuadra para él! ¿Qué le parece? ¡Usted, que escribe, diga qué le parece!
Entonces me pregunto dónde guardará, el Vendedor de Autos Usados, un garaje para semejante cantidad de coches. Hay, contando al voleo, más diez autitos estacionados en ambas veredas sobre 14 de Julio. Tal vez los haga dormir afuera, dato no muy recomendable para comprar un auto usado.
-¡Estoy indignada! -dice, por si hiciera falta, Estela Indignación.
-Ya lo veo. ¿Le ocupa el garaje el Vendedor de Autos Usados?
-No, señor, yo no tengo auto. No soy rica. Estoy indignada por el abuso. Este señor es un caradura que le falta el respeto a todos los vecinos de la cuadra. ¿O usted no estaría así de indignado si viviera en esta calle?
Es lunes, un frío del demonio, segunda semana de vacaciones, sí, pero para los que se fueron. No es momento de discutir. Y además no es mi cuadra, ni mi indignación. Y tal vez, me digo y le digo, un poco de razón tenga la señora Estela Indignación. Una cosa es el uso y otra el abuso. De lo que sí estoy seguro es que el Vendedor de Autos Usados a esa indignación se la pasa por donde los lectores ya saben.
APORTA TU PENSAMIENTO
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.