Dice que no sabe de qué le estoy hablando, con lo cual advierto que Estela Indignación es de indignación corta.

Dice entonces si tiene que pedir turno para sentarse y no ha terminado de decirlo que ya está sentada, y cuelga la cartera en el soporte de la mesa que cumple su función para la que fue creado.

Dice que le han dicho que la consulta es gratis. Bueno, no gratis, se corrige: que tengo que pagarle el café, dice. Y llama a la camarera. Y Male -que se llama Malena- apura el paso y la atiende. Estela Indignación pide un café doble, porque hace mucho frío y llueve y hace años -pero años de verdad, acentúa, que no sale. No salir, para Estela Indignación, es no ir, por ejemplo, a un bar.

Y dice a continuación:

Que está podrida del tránsito.

Que está podrida de las motos que no respetan nada.

Que está podrida de su familia, en especial de una cuñada con la que nunca se llevó.

Que está podrida del PAMI.

Que está podrida del imbécil que nunca falta cuando a ella, que tiene jóvenes 70 años, dice, alguien que pretende ayudarla a cruzar la calle le dice "abuela". Abuela las pelotas, replica Estela Indignación.

Que está podrida de las llamadas desconocidas a su celular donde alguien, un mexicano o lo que fuere, dice, le quiere vender cualquier porquería, que ni la hora de la siesta respetan.

Que está podrida de los periodistas de la televisión, en especial de Silvestre y el gordo de TN (Viale).

A veces, dice, también estoy podrida de mí misma. ¿A usted le pasa algo así de vez en cuándo?

Al concluir la catarsis llama a la moza, paga los dos cafés y se va.

Foto ilustrativa.