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Historias desde el Bar Ideal: El contador

Ahí están, Roque y el Tucu, y no puede sorprenderme el tópico por el que discurre la charla en la mesa del bar con ventana a Pinto. No puede sorprenderme porque es diciembre, el clásico y temible momento del calendario donde cada persona siente que lleva un contador adentro, el auditor de lo que diciembre propone: un balance. El arqueo contable del año.

El Tucu, que como se sabe es propenso a las metáforas futboleras, lanza sin dudar:

-Digamos que saqué un empate.

Pero Roque, cavilando, siempre más incisivo aún en los juicios contra sí mismo, duda. Ha sido un año muy movido, dice, pero en el fondo ni peor ni mejor que otros.

-Entonces, ¿empate también? -lo apura el Tucu.

-No.

-Siempre el mismo vueltero. No hay tanto que pensar. Te acordás de las cosas más importantes del año, de las buenas y de las malas, las comparás y de ahí surge el resultado.

El reduccionismo mortal del Tucu podría cambiar el eje por donde gira la Tierra. Roque se ha ido al fondo de sus pensamientos, y allí, como si su mente fuera el lecho del mar donde yacen hundidos los recuerdos, advierte que dos más dos no siempre es cuatro.

-No ahorré un peso, se me fueron un par de amigos, Boca recién repuntó al final y no pude hacer un solo viaje, que como sabés es lo que más me gusta. Balance negativo.

El Tucu le sale con una obviedad que no es para menospreciar, pero obviedad al fin: le dice que está vivo. Tenemos salud, estamos vivos, no es poco, dice y llama a la moza para hacerse cargo de la segunda ronda de café.

Los veo charlar desde mi mesa. Tengo abierto el libro La tentación del fracaso, el diario del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro. Por esos raros azares, el tema coincide. Voy del contador de los parroquianos del Ideal al fragmento de Ribeyro para un mes que suele agobiar a muchos: "Sensación de diciembre... Uno de esos instantes de superlucidez que nos condenan a la completa inacción. En esta Navidad se me juntan todas las navidades. Veo toda mi vida descarnadamente, como un documental, todo lo que no hice, todo lo que debo hacer".

El contador, parece, no falla para nadie.

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